La mujer mapuche en Santiago: La resistencia al olvido

Las mujeres en la sociedad actual viven bajo la constante discriminación, los pueblos originarios son pasados a llevar y dejados en el olvido a causa del rechazo de los mismo chilenos. ¿Qué ocurre entonces con las mujeres mapuche? Viven una triple segregación por la opresión genérica, clasista y étnica. El Chile de hoy comienza a abrir sus brazos a la comunidad mapuche poco a poco, pero no hay que olvidar que ellos estuvieron primero.

El pueblo mapuche tiene un reconocimiento legislativo de sus derechos como personas casi inexistente, esto afecta de manera directa a la comunidad, sobre todo a las mujeres que han sido discriminadas por parte del gobierno, de las fuerzas armadas y de los grupos economistas. Es entonces importante el avance en la creación de nuevas leyes que puedan proteger y a su vez valorar a la cultura madre de todos los chilenos y chilenas que hoy en día se encuentra abandonada en el pasado. La mujer mapuche ha sido fundamental en la lucha por la visibilidad de los derechos culturales, territoriales de su Pueblo y a su vez defender la medicina tradicional, la vida ancestral y los recursos naturales. El rol que han cumplido en la sociedad ha tenido diversos cambios, se puede reconocer a la domo como líder, artesana, profesional e incluso como Lonko, el cargo más alto en la cultura mapuche, esto ha demostrado que están a la par con los hombres luchando en el movimiento que busca visibilizar la integración del Pueblo en la sociedad chilena.

¿Cómo influyen las mujeres mapuche en la sociedad?

El rol principal de la mujer ha sido representado por el que cumplen en la familia, siendo madre y esposa. Sin embargo, en el pueblo mapuche no se reduce solo a estas tareas, si no que a un sin fin de ocupaciones que ejercen desde el inicio de sus vidas hasta la transición por la que han pasado alrededor de los años. La mujer cumplía un rol importante en la religión mapuche y en la transmisión de cultura a los más pequeños.

Las figuras adultas tienen una gran importancia en durante el crecimiento de los niños en la cultura mapuche, mayoritariamente aprenden de sus abuelos y abuelas quienes son los responsables de masificar entre las personas del pueblo sus conocimientos sobre la vida ancestral y de la cultura mapuche. Sin embargo, existe una línea divisoria entre los trabajos realizados en la comunidad, esto funciona como una coordinación donde cada persona que pertenezca al pueblo tiene una función importante para el desarrollo comunitario, hombres y mujeres se complementan mutuamente en sus tareas designadas aunque estas no sean las mismas ni mantengan una equitatividad.

Las mujeres mapuche son más participativas en la sociedad de una manera intercultural dentro de sus comunidades que hoy tienen lugar en la ciudad. Esto ha provocado que se le dé importancia a la recuperación de la cultura mapuche dentro de la Región Metropolitana y de esta manera manifestar la importancia de conocer a la base que dio paso a la creación de la cultura chilena, los saberes ancestrales se han ido perdiendo, sobre todo en el comienzo de las migraciones hacia la ciudad. Son las mismas mujeres quienes dan a conocer la importancia que tienen dentro de sus comunidades, resaltando el trabajo que hacen, revivir una cultura que ha sido oprimida y silenciada durante tanto tiempo no es fácil.

Son las primeras educadoras, enseñan la lengua indígena, difunden a su vez la cultura que tiene un papel fundamental en el aprendizaje de los niños y niñas, de esta forma ellos tienen la oportunidad de conocer el otro lado de la historia que no está siendo reconocido en los colegios. La historia de los pueblos originarios no es considerada como fundamental para el desarrollo de los estudiantes, siendo así uno de los primeros errores que han cometido los chilenos al dejar en el pasado una de las partes que hoy en día nos hacen lo que somos como personas. De esta manera se puede evitar que la discriminación siga creciendo, eliminando los conceptos con connotación negativa para referirse a los mapuche.

La diferencia de disposición entre mujeres y hombres está principalmente ligada a la oposición que presentan los mapuche por mostrar su cultura a los chilenos o compartir con ellos, mientras que las mapuche están constantemente en un ambiente de enseñanza y aprendizaje. De esta manera logrando el objetivo de que niñas y niños vivan orgullosos de sus raíces, reviviendo la lengua para reactivar el sentido de pertenencia que se ha ido perdiendo a través de los años, así mismo se intenta eliminar poco a poco la discriminación que ha sido traspasada de generación en generación sin argumentos válidos para designarlos como una cultura incivilizada. Hoy en Santiago de Chile, es la mujer quien ha tomado el protagonismo de los dilemas sociales que se presentan en la actualidad del país, es una lucha que sigue su camino.

La migración, el cambio de la vida en comunidad a la vida en la capital genera un antes y un después para los mapuche, sobre todo para las mujeres que no pueden eliminar la discriminación de género, sino que ahora además deben vivir bajo una triple opresión. Llega un momento de adaptación a las diferentes instituciones y a un estilo de vida completamente individualista en comparación al compañerismo presente en el Pueblo Mapuche, sin embargo, aquí es donde comienza la labor de generar dinero y a su vez estableciendo una pequeña distancia con su cultura. Esto no quiere decir que dejan de creer en sus ideologías o que eliminen sus costumbres, sino que es un proceso de detenimiento temporal de las prácticas que son características de la cultura mapuche.

¿No es lo mismo qué esconderse? No es una decisión tomada en base al miedo de la discriminación, sino a la falta fundamental de tierras para desarrollar sus ritos, costumbres y actividades, y de encontrar alguno, serían en su mayoría basurales. Aquí comienza la lucha por la recuperación de las tierras que el Estado chileno tiene en deuda con la nación Mapuche, el uso de estos lugares ha fortalecido la búsqueda de su libertad para identificarse como mapuche. La resistencia ha sido importante en el desarrollo de las mujeres en Santiago, han logrado organizarse con el objetivo de poder reivindicar su cultura dentro de una ciudad con prejuicios hechos sin conocer la historia detrás.

El distanciamiento de los mapuche y su cultura comienza a eliminarse, se ha logrado en base a la organización fundamental por parte de las mujeres, logrando que las personas puedan volver a participar de las ceremonias típicas como el nguillatun, y a su vez desarrollar diversos talleres para los jóvenes que han nacido en la ciudad y por ende no tienen la misma cercanía con la cultura ancestral. En su mayoría se ha puesto un enfoque en la difusión de la lengua mapundungun, de la cosmovisión y la cercanía con la naturaleza que ha mantenido a las mujeres con el rol que han desarrollado a través de todos los años. Las mujeres han construido el sentimiento de resistencia al olvido, evitando que la cultura se pierda en el pasado, sino que resaltar la transmisión de enseñanza para volver a conectarse con la vida ancestral.

Violencia y triple opresión a las mujeres mapuche

Es la ignorancia y la falta de conocimiento por parte de los winkas lo que ha llevado a una triple discriminación hacia la mujer mapuche y todo tiene inicio en los prejuicios que fueron heredados por los conquistadores españoles. La historia de los pueblos originarios es comúnmente enseñada en menos de dos semanas, donde mucha información puede estar manipulada por la cultura chilena y adaptada a las necesidades que tienen. A su diferencia, la comunidad mapuche suele sufrir las miradas con reproche solo por pertenecer a una etnia diferente, además de poco a poco imponer el lenguaje impartido en los colegios, eliminando así la lengua madre de los niños y niñas que tienen que vivir en una ciudad donde no se sienten parte y no los hacen parte.

La migración a la ciudad ha sido por dos razones; búsqueda de oportunidades para poder desarrollar diferentes trabajos a los que están designados en su niñez, ya que la comunidad mapuche que vive en el campo solo tiene educación hasta octavo básico y si desean ampliar sus conocimientos deben ir a la ciudad; arrebato de las tierras mapuche, por lo que no tienen más opción que moverse a la capital para poder buscar nuevas vías de sustentabilidad económica y de esta manera poder surgir en un nuevo lugar. Las mujeres para comenzar a obtener un sustento monetario comienzan su trayectoria en el área doméstica, trabajando en su mayoría como asesoras de hogar para familias chilenas, siendo en algunos casos la única vía para ganar dinero, ya que la falta de educación universitaria les impide desarrollar otros trabajos.

La triple opresión que viven las mujeres mapuche es genérica, porque son mujeres que viven discriminadas bajo una sociedad que se rige bajo el patriarcado, es clasista ya que sufren la opresión al ser explotadas en sus trabajos que no son bien remunerados, obligadas a abandonar a sus familias para dedicarse a servir a otras personas, y es étnica, ya que al igual que los hombres mapuche, son parte de la minoría en Santiago, provocando que sean miradas en menos y a su vez discriminadas por sus creencias. Es aquí donde se debe ver el cambio, la mujer mapuche no es mujer, ni pobre, ni india, es una persona que merece los mismos derechos que tiene el resto, su identidad es tan importante como sus deberes de ser ciudadana. Son invisibilizadas cuando se habla del Pueblo Mapuche, ya que se habla de los mapuche, son invisibilizadas cuando se habla de las mujeres, pasando por alto las diferentes categorías que incluye esta palabra tan grande.

El acuerdo entre chilenos y la comunidad mapuche ha eliminado a las mujeres mapuche de la toma de decisiones, generando consenso solo con los hombres, excluyendo a las féminas de la política social y a su vez estableciendo que sus respectivos lugares están en el área doméstica. La discriminación simplemente va más allá de la triple opresión, ya que se han autoadjudicado el poder de insultar a la mujer mapuche por sus rasgos faciales, como fue el caso de la rapera Anita Tijoux, fueron dos ocasiones en las que fue llamada “cara de nana”, una en televisión en vivo por parte de una mujer y la otra en su presentación en el famoso festival Lollapalooza en 2014. Sin embargo, ella negó que fuese un insulto ya que no tiene nada de malo tener cara de trabajadora, así fue como desvío la atención a una frase que estaba carga de connotación negativa, la que no debería ofender.

Son insultadas por sus características raciales, menospreciándolas por el estatus social al que pertenecen, ya que el trabajo doméstico siempre ha sido precario o mirado en menos, la que las mujeres son sometidas a trabajar bajo restricciones de libertad como lo sufren quienes trabajan toda la semana y deben quedarse en estas casas en caso de necesitarlas. A la misma vez no existe un contrato legal, no hay seguros médicos que les permitan realizar un trabajo completamente legal y a su vez son obligadas a seguir las tradiciones de las nuevas familias a las que tendrán que servir, reprimiendo sus creencias, lo que puede resultar como una de las violencias más grandes que tienen que pasar para desarrollar un sustento económico en la ciudad de Santiago.

Resistencia cultural al olvido

Los valores y costumbres tradicionales que son transmitidas por las mujeres en sus comunidades, la memoria es una de las herramientas más fuertes que hoy se busca reestablecer en la mente chilena y de esta manera representar la resistencia al olvido. Maben Ñi Puji. Espíritus femeninos, es un conjunto de relatos de mujeres indígenas escrito por Elisa Loncón, Jeannette Pacheco y fresia Loncón Antileo, es una compilación de diversas historias enfocadas en el rol de la mujer durante el tiempo de la colonización de los pueblos originarios, además del presente patriarcado en los conquistadores. “Un valor hoy en día que se le está dando a todo lo que tiene que ver con los pueblos y culturas originarias o indígenas, y que antiguamente no se le daba por lo tanto participar de este libro tiene una triple importancia para mí, por un lado es rescatar toda mi memoria femenina” comentó Jeannette, profesora de lengua.

La crítica a la falta de educación fue justificada al caer en la enseñanza previa, se convierte un ciclo sin fin, donde padres y madres no le enseñan a sus hijos sobre los pueblos originarios porque a ellos no les inculcaron el conocimiento en sus respectivas infancias. Los mismos profesores que no tuvieron una base sobre el Pueblo Mapuche, irán a sus clases a enseñar lo que los programas estudiantiles presentan, “Si lo que dicen de los pueblos originarios es una pincelada lo va a hacer así porque nadie le enseñó, porque nadie se lo inculcó”, comentó Jeannette.

La educación de los pueblos originarios es escasa, es por esto que las autoras buscaron acercar los relatos a lo pedagógico y a su vez a las salas de clases con el objetivo de darle el valor a los mapuches y quechuas que no se les daba antes. La finalidad del libro es educar a las personas que no saben sobre la cultura base de la historia chilena. Elisa Loncón, académica de la Universidad de Santiago hizo una crítica a la conquista española, exponiendo el daño que causó en la cultura, pasando a llevar y matar a los pueblos originarios, es por esto que la historia se ha perdido en el tiempo, como dijo la educadora, el legado colonial aún persiste. “La colonia, la conquista, dañaron, mataron, saquearon a nuestros pueblos y hoy los hijos de los colonos continúan su legado. Así ellos construyeron un pasado donde los indígenas desaparecimos, no existimos”

La difusión de la lengua, valores, costumbres y tradiciones es un deber cultural, la memoria es la herramienta más poderosa de la resistencia, porque así los saberes son transmitidos de generación en generación. La distancia que se ha creado entre los y las mapuche con sus descendientes nacidos en Santiago es latente, por lo que se crea una ambigüedad cultural, donde adaptan el significado de la comunidad a una actualidad que no entiende por completo la vida ancestral y que se cierra en un avance tecnológico constante, desarrollando así un retroceso cultural.

La migración del Pueblo mapuche ha estado ligada a una discriminación y segregación constante, que hace el traslado más dificultoso para quienes tienen sus valores y costumbres inculcadas. Sin embargo, la búsqueda de oportunidades laborales no fue tan complicada, es el tipo de trabajo lo que ha denigrado a las mujeres mapuche, siendo que ser asesora de hogar no es un trabajo indigno, tiene la misma importancia que cualquier otro, pero la mentalidad de las personas ha designado el “ser nana” como una ofensa válida para referirse a quienes solo buscan mantener a sus propias familias bajo un trabajo honesto y arduo.

Es así que las mujeres mapuche, transmiten cultura para educar, pero por sobre todo para resistir al paso del tiempo que ha dejado en el pasado el lado de la historia desconocido. La espiritualidad tiene una importancia fundamental en el desarrollo de los pensamientos y es así como la envidia no se ve palpable en la comunidad mapuche, como lo dijo Rosa Llankileo, asesora de hogar en la Capital, “Las mujeres tenemos el deber de educar a nuestros niños con las bases de nuestra espiritualidad. La envidia, la discriminación no existe dentro de nuestras comunidades, se pone difícil cuando decidimos salir de ella sin saber que el odio está esperándonos con una sonrisa.”

Los tres tipos de discriminación que han recibido las mujeres mapuche, de manera clasista, étnica y genérica. Sin embargo, siguen presentes en la sociedad chilena, peleando y resistiendo al derecho de ser escuchadas, recordadas. Los obstáculos que han tenido que enfrentar en su estancia en Santiago han sido sociales, culturales, territoriales, pero no se detiene aquí, las mujeres mapuche seguirán marchando y educando para finalmente volver a ganarse un lugar en la historia de Chile.

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